El ejercicio del pico le da forma al del atleta

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Por Daniel Valencia Yepes

OPINIÓN. Se ha venido leyendo, oyendo y hablando acerca de la novena versión de los Juegos Suramericanos que tendrá lugar en Medellín. Sabemos muy bien que participarán deportistas de todo el continente en 31 deportes distintos, que se están remodelando y mejorando los escenarios deportivos de Medellín y, en fin, que la ciudad se prepara para esto.

Pero, sin duda, detrás de todo eso hay mucho más de lo que nos cuentan, quizá, porque no son asuntos a los que los medios le prestan atención.

A través de múltiples gestiones internacionales provenientes de los sectores público y privado, tendientes a promocionar a Medellín como un sello de calidad para desarrollar diferentes eventos de distinción en el nivel nacional e internacional, se logró el prioritario objetivo de conseguir para la ciudad uno de los certámenes deportivos más importantes en Suramérica: los IX Juegos Suramericanos.

La relevancia de este hecho la han dejado suficientemente clara los medios de comunicación desde que, en el año 2006, nuestra ciudad obtuvo el nombramiento como sede de este evento del continente.

Pero, bueno, es entendible: cómo no invertir y hacerle publicidad a este acontecimiento que se traduce en incremento del turismo y del comercio, reconocimiento para la ciudad y la visita de destacados deportistas de talla internacional al Valle de Aburrá.

Inmediatamente después del nombramiento se iniciaron las labores tanto de mejoramiento y complementación de los escenarios deportivos ya existentes, como la construcción de los nuevos que se hacían necesarios según la opinión y recomendaciones técnicas de los expertos.

Es así como se vienen interviniendo desde hace varios meses: la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, el coliseo de baloncesto Iván de Bedout, el coliseo de voleibol Yesid Santos, los coliseos de combate y de gimnasia, el complejo acuático de la Liga de Natación, la Unidad Deportiva Andrés Escobar y el campo de tiro con arco.

En total han sido invertidos 5.700 millones de pesos entre Coldeportes, Indeportes Antioquia y el Municipio de Medellín. Así mismo, el empleo que genera un evento de tanta envergadura es alto y da oportunidad a numerosos profesionales de todas las ramas en los sectores productivo e informal, quienes también se ven involucrados en las “carreras”, es decir, la urgencia por la culminación de las obras.

Cuando digo que hay mucho más detrás de todo esto me refiero a unos “actores de primera línea en esta gran obra”: los obreros de las construcciones.

Durante estos días la atención está fija en los atletas provenientes de otros países y en suplir todas sus necesidades. Hablo de aquellos que madrugan día tras día, desde los más lejanos barrios del área metropolitana; aquellos atletas que no reciben los alimentos con especificaciones dietéticas especiales como las que tendrán los deportistas; aquellos que apenas si alcanzan a traer la famosa “coca” con unos alimentos básicos y que toman a la hora del descanso, acompañados con una aguapanela traída en algún frasco; aquellos que cumplen afanosamente con sus actividades físicas, pero no deportivas, sino laborales.

Y es que, si se pone uno a pensar, cuánto esfuerzo, resistencia, dedicación, sacrificio, práctica y ejercicio necesitan diario estos “atletas anónimos” para cumplir con su trabajo y ganarse el sustento.

La diferencia es que ellos no levantan pesas, sino vigas y ladrillos; sus manos no están blancas por la tiza que usan los deportistas para no tenerlas resbalosas, sino por mezclar arena, cemento y cal; tampoco tienen la cara pintada con la bandera de algún país, sino por la pintura que les salpica; los cayos que tienen no son por utilizar algún implemento deportivo (pesas, jabalina, garrocha, barras), sino por, como dice Jaime Elías Góez, un obrero que trabaja en estas remodelaciones, “echar pico y pala” y “voliar coche” (llevar una carreta).

No practican el lanzamiento del martillo: martillan. No hacen que la audiencia los ovacione de pie, pero levantan los muros de los lugares donde espectadores y participantes celebrarán los triunfos.

Son ellos los campeones de la nueva ciudad que frenéticamente -como en cualquier competencia deportiva- se construye actualmente tanto en la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, como en el nuevo boulevard de la carrera 70, obras que exigen gran esfuerzo físico, cuyos espectadores son los transeúntes de la vía, quienes no hacen olas ni coros, no aplauden ni gritan vivas a ninguno. Por el contrario, muchas veces les lanzan gritos, insultos y regaños.

Apenas si nos fijamos en ellos. No nos detenemos un segundo a pensar en lo necesaria y ardua de su labor. No dejamos de un lado por un instante nuestro egoísmo y prestamos atención a aquellos que “compiten” mañana, tarde y noche, en medio de la lluvia o del intenso sol.

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