El sueño de un futbolista

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Por Tania Yesenia Gallo Patiño

Puerto Boyacá (Boyacá) es un pueblo deportista y lleno de jóvenes jugadores de la vida. De allí salió Leonardo López, un joven “más” del pueblo que soñaba con pertenecer a las “grandes ligas”, jugar en un equipo profesional del país y, por que no, hasta jugar en algún equipo del exterior como el Manchester o el Milán.

Él se la pasaba en los campeonatos de los barrios y esas cosas que arma la empresa Postobón en el pueblo para unir a lo muchachos y que no se vayan por el camino del vicio y el robo. Leonardo se encontraba un campeonato de estos, sin saber que Pontobón lo había armado en convenio con algunos equipos nacionales para reclutar jugadores buenos en futbol.

De repente hace un gol. ¡Gooool! si si si… El partido transcurre en sus últimos minutos y gana Samdoria F.C., el equipo donde juega el Chato, como lo llaman sus amigos de Puerto Boyacá. Se van al cuartico que le asignaron como camerinos a refrescarse y esperar que el técnico llegue a hablar con ellos. Mientras tanto hablan entre ellos:

- Chato, ¿y quiénes eran esos manes que estaban con Tarzán? –Yo no sé, yo estaba era concentradito en lo mío. Eso deben ser manes que quieren inscribir equipos, como el campeonato acabó de empezar y hay tan poquitos…

Se abre la puerta y entra el técnico Julián Bizques, el famoso Tarzán, y se dirige a ellos de esta forma:

- Bueno muchachos, ¿sí vieron esos señores que estaban conmigo? Pues esos vinieron del Nacional, el Medellín y el Cali a ver qué había de bueno por aquí para llevar a reforzar sus equipos. No se me hagan muchas ilusiones, esto no dio resultado.
- Eh, ¿cómo así profe, ninguno les gustamos?
- No mijo, váyanse pues y los espero en la casa del equipo a las 6 de la mañana, en el estadio a las 6 y media para entrenar… Chao pues.
- Usted no Chato, venga que necesito que hablemos con una gente.
- Ay profe, no me diga que con los manes eso que nos menciono ahora.
- Sí mijo, es que usted les pareció muy buen defensa y pues quieren hacerle unos ofrecimientos, a ver usted qué decide. Pero le toca poner la plata de los pasajes hasta Medellín o Cali, ya depende de lo que usted quiera. Además le toca que pague comida y vivienda hasta que lo prueben y miren si lo aceptan.
- Ay profe, usted sabe cual es mi situación, yo cómo voy a hacer… ¿Y si escojo y no me aceptan, qué?
- No se preocupe, venga hable con esta gente y ahí mira.

- Buenas tardes, yo soy el Chato, eh perdón, Leonardo López, y pues para lo que necesiten…

- Yo soy accionista del Atlético Nacional y soy el encargado de encontrar nuevos talentos para llevarlos al equipo y prepararlos para la profesional. Esta es mi tarjeta y apenas decida me llama y yo le explico lo que tiene que hacer y a dónde tiene que ir, ¿Listo?
- Si señor, muchas gracias.

- Mire joven, yo soy uno de los principales accionistas del Deportivo Independiente Medellín y pues ya no hay mucho que decir: estoy buscando gente para el equipo. Estamos interesados en usted y esta es la tarjeta de la oficina de la empresa. Mire a ver y si se decide pues llama y ahí le explican.
- Sí señor, gracias.

- Joven, yo soy del cuerpo técnico del Deportivo Cali y pues si usted está interesado en formar parte de nuestro equipo en la profesional no es si no que llame a este número y ahí le dicen a donde tiene que ir para que le hagan las pruebas y le digan y entra o no a nómina y pues, obviamente, a jugar en el equipo.
- Ah, bueno, sí señor, muchas gracias y por ahí en tres diítas estoy llamando.

Las personas se retiraron y quedaron solos Leonardo y Tarzán.
- Eh profe, yo pensé que esos manes me iban a decir más cosas. Es que ni siquiera sé si es seguro que entre. ¿Y yo qué hago profe, para dónde me voy y yo sin plata…? No.
- Pues vea, hablemos con las personas más adineradas del pueblo, hagamos rifas, vendamos boletas, no se preocupe que eso es lo de menos: váyase para la casa, descanse, cuéntele a la cucha y mire. Cuando decida me cuenta, llamamos y empezamos a hacer las actividades para lo de la plata, mijo, hágale que el equipo lo apoya, yo se que sí.
- Eh profe, mil gracias, pues Dios le pague. Yo por la noche voy a la casa del equipo y le digo qué escogí.

Era tanta la emoción de Chato que corrió hasta que llegó a su casa…
- Mami, mami, póngale pues cuidado… Lo que paso fue lo siguiente: unos señores de unos equipos vinieron… Ah, mejor dicho mami, me voy a jugar en un equipo de verdad donde me van a pagar un sueldo y todo.
- ¿Cómo así… Y usted con qué plata se va a ir por allá, mijo? No, yo no quiero que se vaya lleno de ilusiones y me lo devuelvan todo aburrido porque no pasó.
- Mami, no me diga eso, esperemos que vamos a vender tamales pa´ recoger la plata… Me voy a bañar mejor, ah.

¡Feyder! ¡Feyder! Hermanito, venga le cuento algo es para que me ayude a escoger.
- ¿Qué pasé, qué es ese escándalo, Chato?
- Vea, unos manes del Cali, el Medellín y el Nacional vinieron y vieron el partido y les gusté, y me dieron esto [las tarjetas] que para que los llame a ver para donde me voy. ¿Yo qué hago?
- Ay, cómo así, tan bueno Chato marica… Pues váyase pa´l Medellín o pa´l Nacional porque vea, yo le digo una cosa: Cali queda muy lejos y Medellín a tres horitas y media: si pasa algo o no lo aceptan, que Dios no lo quiera, o si se queda sin plata hermano, es mejor estar más cerquita.
- Sí, pero yo no soy hincha de ninguno de los tres je je…
- Bueno bobo, mejor todavía. Yo le recomendaría el Medellín, vea que en el Nacional es más difícil porque dicen mucho que es pura rosca para entrar y de pronto llega otro con plata y lo devuelven a usted que está pelado.
- Sí, ah, yo había pensado lo mismo. Además, yo ya fui y me presenté y nada que pasé. Me voy pa´l Medallo. ¡Dios, ayúdame!

Leonardo, como si estuviera loco, pensando que ya había tocado el cielo con las manos, se fue a la casa del Samdoria a hablar con los muchachos y les comentó lo que había decidido. Unos estuvieron de acuerdo, otros no pero igual se mantuvo firme.
- Muchachos, ayúdenme pues, cómo vamos a hacer, vean que allá me dijeron que tengo que estar a principio de mes y ya hoy estamos a 8.
- Yo le dije a Chato que nosotros le ayudamos así fuera vendiendo boletas de alguna rifa.
- Sí, vean, yo compro un televisor bien bacano a crédito y con la plata de la rifa lo pago y lo que sobre, pues para irme a Medellín.

Se hicieron las cosas tal cual lo acordado, se rifó el televisor el 3 de agosto de 2007, se vendieron todas las boletas con la ayuda de cada uno de los integrantes del equipo y el 4 de agosto, en total, se habían recogido dos millones 300 mil pesos, de los cuales se sacó lo del televisor y se compraron un pollo asado y una gaseosa para celebrar y despedir a Chato que viajaba a las 4:45 de la mañana a Medellín.

Su llegada a la institución no fue distinta a la de cualquier persona: le tocó buscar un hotel donde quedarse, aprender a ir al estadio y a la sede del Deportivo Independiente Medellín. Cuando llegó, lo primero fue unas vacunas y unos exámenes médicos y para el hotel. Después entrenamiento físico y para el hotel.

Así transcurrieron dos semanas y nada que le decían si quedaba o no. Leonardo llamó a su familia y les dijo:
- Ah, yo no sé, como que me devuelvo. Aquí no más gastando plata y vea, nada que me dicen.
- Vea mi amor, espérese tres días más a ver y si no me le avisan nada se viene que otras oportunidades vendrán.
- Sí mami, listo. Pues chao y saludes a todos.

Leonardo siguió yendo puntualmente a los entrenamientos hasta que por fin llegó el día en que le dijeron que pasara a Cartera para que lo introdujeran el la nómina porque ya hacía parte del equipo y debía empezar a recibir el pago. Esa fue la mayor dicha:
- Mami, ya me aceptaron y desde este mes me empieza a llegar el sueldo así no me metan a jugar, pues estoy en banca porque estoy empezando y los veteranos juegan mucho mejor. Pero estoy feliz.

Jugaba sí, pero solo en los entrenamientos ya que en los partidos del torneo profesional solo lucía el uniforme porque lo dejaban en la banca todo el partido. Él seguía feliz y para este entonces llevaba jugando cuatro meses completos con la profesional del Independiente Medellín.

Un día, en medio de la Copa Mustang 1, que recién iniciaba el DIM, estaba jugando y uno de sus defensas se lesionó. Fue muy impresionante cuando escucho decir al técnico:
- Estire que va usted, pilas pues…
- Sí profe, tranquilo que yo no lo defraudo.

Efectivamente entró al campo de juego con los nervios alborotados de verse frente a la multitud que se veía alrededor suyo, pero sabía que era la hora de probarse y probarles que sí era un buen jugador y que iba a hacer lo que fuera por ganarse el puesto en la titular. Hizo un pase gol que le permitió la victoria 1 a 0 a su equipo.

Los meses transcurrían y el técnico lo ponía a jugar en los últimos minutos del partido: todavía no merecía el puesto de titular. Al cabo de tres meses lo compró el Chicó Fútbol Club, de Tunja, y se lo llevó a jugar. Entró con toda, en un mes ya era titular, en 5 meses fue figura y actualmente se encuentra en esta “gran familia”, como él mismo llama a su equipo. Es una dicha para él jugar en el Chicó ya que se ha dado a conocer futbolísticamente gracias a este equipo y ha hecho sus mejores jugadas en él.

Son 27 partidos los que ha jugado con el Chicó y está feliz de seguir perteneciendo a éste, aunque no abandona su sueño de jugar en el exterior.

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