Por Ana María Mendieta Vásquez
OPINIÓN. El skateboarding no es un deporte nuevo; sin embargo, hasta ahora ha empezado a dársele protagonismo en las calles de nuestra ciudad. Son muchos los jóvenes que se interesan por aprender, practicar o tener algún contacto con esta disciplina que nació en las calles de Estados Unidos como una muestra de habilidad física frente a lo que el mundo urbano ofrecía.
Este fenómeno deportivo ha sido fuente de inspiración y lucha para muchas personas que ven en él no sólo un juego, sino un escape a la violencia que les permite desahogar su energía de manera positiva y saludable.
Los fanáticos y practicantes piensan que cada movimiento y cada estilo es toda una obra de arte que se va perfeccionando día a día con dedicación y motivación. Además, se puede, al igual que en otros deportes, tener reconocimiento a nivel mundial, con constancia y entrega.
Aunque en Estados Unidos y en algunos países de Europa el skateboarding tiene todos el reconocimiento, competencias y espacios apropiados para su práctica, en Colombia la historia es diferente y más en las calles de Medellín.
En esta ciudad, muchas personas siguen tachando de vándalos a sus adeptos y existe toda clase de prohibiciones para su práctica en muchos lugares públicos. Además, no se cuenta con espacios propicios para ejecutar este deporte.
Según Lucas Arteaga, practicante del skateboarding desde hace más de siete años, “ni la Alcaldía ni las entidades gubernamentales de Medellín y del área metropolitana han mostrado un interés real para que el skateboarding sea un deporte reconocido en toda la ciudad y donde se le muestre a los jóvenes que tienen todo el apoyo y las condiciones aptas para su práctica; al contrario, los policías o los mismos ciudadanos se encargan de no dejar montar tabla porque les molesta el sonido de ésta sobre el cemento”.
La falta de interés de parte de los entes encargados del fomento al deporte y la recreación ha generado que los skaters se conviertan en un grupo bastante independiente que no deja de lado su afinidad con las patinetas y toman el control de ciertas zonas donde se citan a practicar y donde los residentes o los policías no les impidan montar.
Es molesto que un deporte que tiene tanto auge no tenga los espacios requeridos para su práctica, no sólo porque es una falta de apoyo al derecho a la recreación y el deporte, sino también porque al no contar con dichos espacios sus practicantes se toman sitios públicos que pueden sufrir daños en su infraestructura debido a la complejidad de los malabares del skateboarding.
En Medellín había un espacio para su práctica, ubicado en la Unidad Deportiva Atanasio Girardot; sin embargo, debido a las remodelaciones y adecuaciones de la misma para los Juegos Suramericanos Medellín 2010, desapareció temporalmente, dejando en un limbo a los pocos jóvenes que iban a disfrutar de este espacio.
Para compensar la desaparición de este lugar se creó otro en Ciudad del Río: unas rampas bastante modernas, pero que siguen siendo limitadas para un público tan amplio.
Los skaters toman la voz en el ámbito deportivo, demuestran que son muchos y que necesitan espacios y compromiso.
No es sólo un hobbie, es un estilo de vida que de las calles debe pasar a escenarios aptos para que Colombia avance también a ser un país donde el soporte económico sea equitativo para todo tipo de prácticas y disciplinas deportivas.
Es todo un proceso, pero es un llamado que se le hace a las entidades encargadas. El skateboarding lleva mucho en el país y nunca es tenido en cuenta.
De manera que es hora de que se le dé la importancia que se merece, los seguidores son más de los que la gente puede pensar y es justo darles los espacios y los recursos que requiere para que Colombia pueda ser reconocido a nivel mundial como un impulsor del skateboarding.
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