La tabla rosa

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Por Andrés Amariles Villegas

Habían pasado 20 minutos y no llegaba a la cita pactada. La mañana se tornaba cada vez más fría y unas rápidas gotas de lluvia comenzaban a caer. El centro comercial empezaba a llenarse de gente curiosa y aún adormilada. Empecé a creer que, en realidad, nunca llegaría.

A las 10:34, en medio de una llovizna leve pero amenazante, apareció ¡por fin! Daniela Duque, una joven de 16 años, estudiante de undécimo grado y amante del skateboarding.

Caminó lenta y perezosa mientras dibujaba con sus dedos extrañas figuras en las paredes de algún local. Se acercó con un largo bostezo y con el sueño aún marcado en su rostro. Dobló el pie derecho y se sentó sobre él; descargó una mochila rosa que cargaba en el hombro izquierdo y dejó sobre la mesa una tabla azul que llevaba aferrada en la mano derecha.

Tenía puesto un saco blanco, un pantalón verde y unos tenis planos. Sujetó y estiró las mangas y se llevó la mano derecha al rostro, agachó la cabeza y pidió disculpas por la demora.

El skateboarding es un deporte que se practica con un skateboard o tabla, como es conocida popularmente. Se realiza en cualquier parte de la calle donde se pueda rodar y es considerada una actividad libre, pues no está directamente ligada a la competencia sino que se basa en la belleza o estética que el skater (como se conoce a quien lo realiza) logra al hacer el ejercicio.

¿Qué significa el skateboarding en tu vida?
“Es mi todo, es lo que más disfruto hacer. Es más, podría hasta decir que es lo único que disfruto. Para mí el skate es mucho más que un deporte, es un estilo de vida y es lo que más me apasiona”.

¿Cómo empezaste a practicar skateboarding?
“Hace unos dos años empecé a practicar con mis primos. Los acompañaba a montar y me llamaba mucho la atención lo que les veía hacer, pero nunca quise intentarlo porque no veía más mujeres haciéndolo y me apenaba ser la única. Pero al final me dejé convencer por Felipe, uno de mis primos, y terminé volviéndome una adicta a las tablas”.

¿Dónde y cada cuanto montas tabla?
“En cualquier lugar, el skate es un deporte de calle, se práctica donde sea, donde me lo pida el cuerpo o me lo exija el alma. Y en cuanto a la periodicidad, monto todos los días: deslizarme en el asfalto se ha vuelto tan necesario como respirar, el cuerpo me lo pide y no me siento capaz de negárselo”.

¿Qué le ha dado el skate a tu vida?
“Me ha dado paz, alegría, muchos amigos y un sinfín de problemas, Desde que estoy metida en este cuento, mi mamá se ha vuelto mi enemiga y mi casa un campo de batalla. Todos los días, cuando me ve salir con la tabla, se pone histérica y empieza a azotarme con el mismo sermón de todos los días”.

La lluvia sonaba cada vez más fuerte y Daniela parecía disfrutar de ella. Cada vez se mostraba más cómoda al hablar pero, por momentos, quitaba la mano del rostro. Mientras me contaba su historia se mostraba inquieta y con su mano libre jugaba de manera constante, sacaba el celular, caminaba con los dedos o se recogía el cacho amarillo que resaltaba entre su pelo liso castaño.

Se mojó los labios en varias ocasiones y cuando hablaba sobre su familia, los mordía fuertemente. Después de un rato estiró los dos pies y empezó a agitarlos arrítmicamente en el aire, me observó por un rato y luego volvió a bajar la cabeza. Por alguna razón nunca fue capaz de sostenerme la mirada.

¿Cuál es el punto de vista de tus padres sobre el deporte que practicas?
“Mi papá está de acuerdo en que practique un deporte, le parece bueno que haga algo sano en mis ratos libres pero le preocupa que, a veces, descuide mi estudio. Pero mi mamá, ella se vuelve loca porque cree que soy una marimacha y se siente apenada de mí”.

“En Itagüí, donde vivo, no es normal ver niñas montadas en una tabla haciendo piruetas o practicando saltos: todo el mundo lo ve como un deporte para machos y, como la mayoría de mis amigos son hombres, entonces la gente se divierte y se llena la boca inventando chismes, aunque eso solo me genera deseos de deslizarme por sus aceras”.

¿Has participado en algún tipo de competencia o torneo de skaters?
“No, y la verdad no me interesa. Amo este deporte porque me libera y me hace relajar. No soy creída u orgullosa, pero si algo puedo decir es que soy una tesa en lo que hago y puedo dejar llorando a más de un hombre que cree que se las sabe todas en el tema del skate. Pero no le veo objeto a ponerle rivalidades a un deporte que es individual y que te ayuda a definirte como persona”.

¿Has tenido obstáculos que te impidan practicar el deporte?
“Mi madre. No crea que yo la odio, al contrario, es una de las personas que más quiero, pero no comparto su concepción del mundo y hay cosas que ella quiere meter en mi mente que nunca voy a dejar entrar. Está tan empeñada en hacer que mi mundo se base en iglesias y buenos modales que no permite que yo haga lo que me complementa y lo que realmente amo”.

“Además, le tiene un miedo profundo al qué dirán. Estoy segura que si bailara ballet no me pondría problema o, tal vez, si mi tabla fuera rosa lo pensaría dos veces”.

¿En qué piensas cuando montas tabla?
“Cuando me deslizo no pienso, soy yo. Siento el viento acariciando mi rostro, disfruto de levitar sobre el asfalto, dejo que mi cabello se mezcle con el cielo, hago de la calle mi espacio, la madera se apodera de mi corazón y soy feliz”.

Daniela miró el reloj y se levantó presurosa, agarró su bolso y abrazó su tabla mientras me sonreía y me guiñaba el ojo. Se agarró nuevamente el cacho amarillo y puso su mano izquierda dentro del bolsillo, agachó la cabeza y caminó apresurada hacia la salida.

Una vez afuera puso su tabla en el piso y comenzó a flotar, fue feliz, subió la cabeza y me miró fijamente y sin bacilar, directamente a los ojos.

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